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Maná del Lunes

CUMPLIENDO SU PROPÓSITO COMO INVERSIONISTA

9/25/2017

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Por Austin Pryor.
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¿Es usted un «buen» o «mal» inversionista? Esto no se puede responder sin entender el propósito de lo que es un inversionista. Si usted conoce que el propósito de un inversionista es manejar el dinero de tal manera que lo haga crecer, pero en sus cuentas de inversión no se puede ver crecimiento año tras año, entonces se hace evidente que no importa que tan buena persona  pueda ser usted: es un «mal» inversionista.

En uno de sus libros [publicado en inglés con el título Making Sense of God] el pastor Tim Keller escribe: «Todos los juicios de que algo o alguien es bueno o malo se basan en una conciencia de propósito... ¿Cómo entonces podemos saber si un ser humano es bueno o malo? Sólo si conocemos nuestro propósito, para qué es la vida humana». Para la persona secular que vive sin una creencia de Dios o un propósito superior, la vida humana no es para nada. Es, en última instancia sin sentido —estamos aquí sólo por casualidad debido a las fuerzas físicas al azar.

Sin embargo, para un seguidor de Jesucristo, estamos aquí por una razón. El pastor Rick Warren comienza su popular libro, Una Vida con Propósito, de esta manera:

«No es sobre ti. El propósito de tu vida es mucho mayor que tu propia satisfacción personal, tu paz mental, o incluso tu felicidad. Es mucho mayor que tu familia, tu carrera, o incluso tus sueños más salvajes y tus  ambiciones. Si quieres saber por qué te colocaron en este planeta, debes comenzar con Dios. Tu naciste por su propósito y para su propósito».

En el libro, Warren sostiene —con abundante apoyo de la Biblia— que Dios nos creó con cinco propósitos en mente: amarlo; para ser una parte de Su familia; para llegar a ser como Él; para servirle, y para hablar a otros acerca de Él. ¿Puedo sugerir que cada uno de estos propósitos debe abarcar la forma en que nos manejamos y compartimos la riqueza que Él nos ha confiado?

• Mostramos nuestro amor por Dios cuando tenemos un corazón generoso. San Pablo expresó: «Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría» (2 Corintios 9:7 NVI).

• Mostramos que entendemos lo que significa ser parte de la familia de Dios cuando cuidamos a otros en la familia de Cristo. «Supónganse que ven a un hermano o una hermana que no tiene qué comer ni con qué vestirse y uno de ustedes le dice: “Adiós, que tengas un buen día; abrígate mucho y aliméntate bien”, pero no le da ni alimento ni ropa. ¿Para qué le sirve? Como pueden ver, la fe por sí sola no es suficiente. A menos que produzca buenas acciones, está muerta y es inútil» (Santiago 2:15-17 NTV).

• Mostramos que somos más como Él, cuando damos sacrificios porque Él es el Dador perfecto. «Adviérteles a los ricos de este mundo que no sean orgullosos ni confíen en sus riquezas, porque es muy fácil perder todo lo que se tiene. Al contrario, diles que confíen en Dios, pues él es bueno, y nos da todo lo que necesitamos para que lo disfrutemos» (1 Timoteo 6:17 TLA).

• Demostramos que tenemos la intención de servirle cuando tomamos en serio nuestras responsabilidades como administradores. Sabemos por la parábola de los talentos (Mateo 25:14-30) que Dios nos ha hecho administradores de Sus recursos, y sabemos por ese pasaje que «…se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel» (1 Corintios 4:2 RVR).

• Demostramos que somos diligentes acerca de contar a otros acerca de Él cuando compartimos nuestra fe y damos generosamente para alcanzar a aquellos que no lo conocen. «Pero él se acercó y les dijo: “Dios me ha dado todo el poder para gobernar en todo el universo. Ustedes vayan y hagan más discípulos míos en todos los países de la tierra. Bautícenlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Enséñenles a obedecer todo lo que yo les he enseñado. Yo estaré siempre con ustedes, hasta el fin del mundo”» (Mateo 28:18-20 TLA).

A la luz de estos pasajes, ¿cómo diría usted que está haciéndolo como inversionista? ¿Es usted un administrador «bueno» o «malo»?
 
Austin Pryor tiene más de tres décadas de experiencia en el asesoramiento a inversores y es fundador del Boletín Inversiones con Mente Sana y sitio web, www.soundmindinvesting.com . Vive en Louisville, Kentucky , EE.UU.

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¿GUARDAR LA FE EN CONTENEDORES?

9/15/2017

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Por Robert J. Tamasy

Los contenedores pueden ser útiles. De hecho, tenemos un «compartimiento para guantes» en nuestros vehículos, aunque casi nadie lo usa para poner ahí guantes, guardamos linternas, mapas, notas de mantenimiento y otras cosas allí. Las cajas de herramientas y cajas de artesanías tienen divisiones para mantener las cosas separadas para un fácil acceso. Pero, ¿debe mantenerse la espiritualidad, la fe, en un compartimento, para ser  sacada sólo en ocasiones especiales?

Hace poco, un amigo que busca alentar y retar a las empresas y a los profesionales para que reflexionen en Jesucristo, consistente y eficazmente, en el lugar de trabajo, me hizo este comentario:

«Trato de ayudar a mis grupos a integrar su fe en sus negocios y dentro de su esfera de influencia en el mercado. Desafortunadamente, tienen sus ideas dentro de compartimentos y sólo son ‘santos’ los domingos y ‘terribles’ el resto de la semana».

Esta idea es fuerte, pero también triste. Parece que estos empresarios, hombres y mujeres, no han logrado captar la conexión entre la verdad bíblica que se les enseña y su correcta aplicación para el trabajo que realizan a lo largo de la semana. Desde su creación, esta ha sido una meta del «Maná del Lunes» —mostrar la importancia práctica de lo que la Biblia enseña para quienes nos desempeñamos en el trabajo todos los días.

Sin embargo, cuando se trata de la fe en Jesucristo, la Biblia dice que Su presencia e influencia en nuestras vidas deben ser evidentes donde quiera que vayamos y en todo lo que hacemos. Consideremos lo siguiente:

¿A quiénes estamos llamados a servir? Normalmente, vamos a trabajar creyendo que estamos allí para servir a nuestra empresa, organización o superior inmediato. En cierto sentido, eso es cierto. Pero la Biblia dice que tenemos un llamado más alto que eso. «Y todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús... Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia. Ustedes sirven a Cristo el Señor» (Colosenses 3:17,23-24 NVI).

Compartimos una asociación única. A veces es tentador cuestionar el valor de nuestro trabajo, la importancia de lo que hacemos cada día. Pero según las Escrituras, debemos entender que trabajamos en concierto con Dios y sus planes. «…somos servidores de Dios, […] como un campo de trigo, como un edificio construido por Dios, del cual Dios es el dueño» (1 Corintios 3:9 NTV).

La realización del trabajo proviene en última instancia de Dios. A menudo nos fijamos en nuestro trabajo por el significado y el cumplimiento, pero puede ser aún más significativo cuando se hace como servicio a Dios y a los demás. «Entonces llegué a la conclusión de que no hay nada mejor que disfrutar de la comida y la bebida, y encontrar satisfacción en el trabajo. Luego me di cuenta de que esos placeres provienen de la mano de Dios. Pues, ¿quién puede comer o disfrutar de algo separado de él» (Eclesiastés 2:24-25 NTV).
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Representamos a Jesús a través de nuestro trabajo. Muchos fuera de la familia de Dios nunca se aventurarán en una iglesia por su cuenta. Nuestro trabajo proporciona una red integrada a través de la cual podemos representarlo ante los demás. «Así que somos embajadores de Cristo, como si Dios los exhortara a ustedes por medio de nosotros: "En nombre de Cristo les rogamos que se reconcilien con Dios”» (2 Corintios 5:20 RVR).
 
© 2017. Robert J. Tamasy es vicepresidente de comunicaciones para el Legado de los Líderes, Inc., una corporación de no lucrativa en Atlanta, Georgia, E.E.U.U. Bob ha escrito en su máxima expresión: La sabiduría intemporal de Proverbios para el lugar de trabajo de hoy; Los legados; y coautor con David A. Stoddard, El corazón de mentor.
Haz clic aquí para editar.

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TOMAR DECISIONES CON LA CABEZA - Y EL CORAZÓN

9/11/2017

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Por Jim Langley.
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Aquellos de nosotros que estamos en el mundo de los negocios sabemos que la vida está llena de decisiones tras decisiones. Varía la manera en cómo tomamos cada una de ellas, pero he notado que la mayor parte de las decisiones de negocios se toman sin pensar mucho. Desafortunadamente, las decisiones apresuradas pueden tener un impacto perjudicial en las empresas y en la vida de las personas involucradas.

Considere algunas de las malas decisiones de negocios que haya tomado. ¿Qué salió mal? Algunas de mis decisiones fueron muy impulsivas, considerando muy poco los efectos que tendrían en los que me rodean. No me quedo estancado por mis malas decisiones, pero me he determinado a aprender de mis errores tácticos pasados. He llegado a entender que las decisiones tienen ramificaciones que van más allá de mis intereses. Ahora mi principal preocupación es cómo verá Dios mis acciones —y cómo éstas afectarán la vida de los demás.

Esto no quiere decir que debemos sopesar cada decisión por los resultados potenciales, pero sería prudente llevar nuestros corazones —y nuestras cabezas— al proceso de toma de decisiones. La Biblia tiene mucho que decir sobre esto. Por ejemplo, en el Salmo 90, descrito como una oración de «Moisés, el hombre de Dios», versículos 11 y 12 declaran: «¿Quién puede comprender el poder de tu enojo? Tu ira es tan imponente como el temor que mereces. Enséñanos a entender la brevedad de la vida, para que crezcamos en sabiduría» [NTV]. Moisés conoció a Dios íntimamente y aprendió de las malas decisiones que había tomado como líder de Israel.

La Biblia nos relata que el rey de Israel Saúl tomó una decisión imprudente lo que puso fin a su reinado: «…No obedeciste al mandato que te dio el SEÑOR tu Dios. Si lo hubieras obedecido, el SEÑOR habría establecido tu reinado sobre Israel para siempre. Pero ahora tu reino tiene que terminar, porque el SEÑOR ha buscado a un hombre conforme a su propio corazón. El SEÑOR ya lo ha nombrado para ser líder de su pueblo, porque tú no obedeciste el mandato del SEÑOR» [1 Samuel 13:13-14 NTV]. En Gilgal, Saúl tomó las cosas en sus manos, resolviendo no esperando los siete días completos que le tomó llegar a Samuel y así poder llevar a cabo el sacrificio prescrito. Aparentemente, Saúl estaba muy preocupado porque sus tropas estaban perdiendo el corazón ante los filisteos que estaban preparándose para atacar.

El rey Salomón enseñó: «Hijo mío, si en tu corazón eres sabio, eso alegrará también mi corazón. En mi interior sentiré gran alegría cuando con tus labios digas lo que es justo. No abrigues en ti envidia por los pecadores, sino manténte siempre en el temor del Señor. Lo cierto es que hay un futuro, y tu esperanza no se verá frustrada» [Proverbios 23:15-18 RVC]. Esta es una lección importante que debemos dominar. Temer; es decir, tener reverencia por el Señor, es crítico para enfrentar las decisiones comerciales con el corazón.

La Biblia también les recuerda a las personas en el mundo de los negocios que dicen seguir a Jesucristo como Salvador y Señor: «Ahora escuchen esto, ustedes que dicen: "Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, pasaremos allí un año, haremos negocios y ganaremos dinero". ¡Y eso que ni siquiera saben qué sucederá mañana! ¿Qué es su vida? Ustedes son como la niebla, que aparece por un momento y luego se desvanece. Más bien, debieran decir: "Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello." Pero ahora se jactan en sus fanfarronerías. Toda esta jactancia es mala» [Santiago 4:13-16 NVI]. Esta verdad es muy seria y útil para servir a Dios en los negocios.

Hay mucho que ganar al tomar decisiones empresariales con el corazón, en lugar de actuar impulsivamente. El Señor desea que tengamos una experiencia que nos cambie la vida durante nuestro tiempo en la tierra. Confiar en las Escrituras y seguirlas en nuestra vida profesional hará que sea mucho más significativa.

Los profetas Jeremías y Ezequiel profetizaron un nuevo pacto que estaba por venir. Todos podemos tener un «corazón nuevo» que nos permita ver a Dios y a los demás en una luz totalmente nueva. Este nuevo corazón viene de una relación correcta con Jesús. Debemos orar, buscando que Él esté íntimamente involucrado en todos los aspectos del negocio y de nuestras vidas personales.
 
© 2017. Jim Langley ha sido agente de New York Life desde 1983 y miembro activo de CBMC de Santa Bárbara, California, Estados Unidos desde 1987. Su sitio web es: fourthquarterstrategies.com

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UNA SANA CULTURA DE NEGOCIOS EN CINCO PASOS

9/4/2017

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Por Rick Boxx
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En mi libro UNCONVENTIONAL BUSINNESS [Negocios Poco Convencionales], identifico cinco pasos a través de los cuales podemos desarrollar una cultura sana y ética dentro de una compañía u organización. El primer paso es: «Inculcar la Fortaleza de su Cultura». Hace algunos años, revisaba una herramienta de la fortaleza de la cultura con el dueño de un negocio. Él se dio a sí mismo la más alta clasificación, asegurándome que su personal también lo haría. Sin embargo, cuando mi evaluación para su empresa fue completada, este dueño se enteró de que todo su equipo había calificado su liderazgo —y la cultura de su organización— con una nota muy baja.

La Biblia dice: «Dejen de engañarse a sí mismos. Si piensan que son sabios de acuerdo con los criterios de este mundo, necesitan volverse necios para ser verdaderamente sabios» [1 Corintios 3:18 NTV]. Para establecer una cultura sana, comience con una evaluación objetiva de su cultura existente; de lo contrario, es probable que sea engañado.

El segundo paso es «Proyectar visión para el futuro». En 1961, durante la «guerra fría» con Rusia, el presidente estadounidense John F. Kennedy lanzó una visión audaz. Proclamó que Estados Unidos pondría a un hombre en la luna para 1970. Al comunicar públicamente su sueño, Kennedy preparó el escenario para el cumplimiento de esa visión.

La Biblia enseña que el Señor le dijo a Habacuc: «Pues la visión se realizará en el tiempo señalado; marcha hacia su cumplimiento, y no dejará de cumplirse. Aunque parezca tardar, espérala; porque sin falta vendrá» [Habacuc 2:3 NVI]. Su equipo necesita una visión de cómo podría ser la cultura de su organización en el futuro. Si es lo suficientemente convincente, le ayudarán a lograr esa visión.

El tercer paso es «Desarrollar su estrategia y tácticas». Su cultura no cambiará a menos que tome las medidas necesarias. Un amigo y yo trabajamos como consultores de un contratista y revisábamos su cultura empresarial. Mientras desarrollaba la estrategia y las tácticas, se hizo evidente que este contratista tenía barreras lingüísticas que requerían algunos ajustes. Esto ayudó al proceso —y al negocio— a avanzar con éxito.

El sabio rey Salomón enseñó: «El hombre planea su futuro, pero Dios le marca el rumbo» [Proverbios 16:9]. Al desarrollar su estrategia y táctica, comience con la visión del futuro, invite a Dios al proceso y desglose en  los pasos necesarios que requerirá su situación única.

El cuarto paso es «Comunicar, comunicar, comunicar». Si no comunica constantemente valores y visión para el futuro, pueden olvidarse fácilmente. Algunos líderes organizan eventos centrados en los valores de la empresa. Otros los colocan en las paredes de la oficina.

Dios comunicó sus leyes diciendo a los israelitas: «Átalas a tus manos como un signo; llévalas en tu frente como una marca; escríbelas en los postes de tu casa y en los portones de tus ciudades» [Deuteronomio 6:8 NTV]. Para desarrollar una cultura saludable, comunique los valores con frecuencia y consistencia.

El paso final es «Hacer evaluaciones y ajustes periódicos». Una empresa tenía una cultura bastante fuerte. Sin embargo, cuando se retiró uno de los socios, llevándose clientes y algunos empleados con él, devastó la cultura de la organización. Desarrollar una cultura no es un destino, es un viaje.

Frente a un ataque enemigo, Nehemías, tuvo que evaluar su cultura y adaptarse mientras reconstruía las murallas de Jerusalén. El escribió: «Entonces oramos a Dios y pusimos guardias de día y de noche para protegernos» [Nehemías 4:9]. Como parte de su plan para construir una cultura saludable, no olvide programar evaluaciones periódicas.

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